lunes, 12 de julio de 2010

TIMIDEZ

Maria Luján lo vio marcharse. Él no se dio vuelta y ella tuvo tiempo de pensar.

¡Cuánto lo amaba! Estaba segura que él sentía lo mismo por ella.
Seguía pensando… hacia tanto tiempo que se conocían.
Él le había regalado un libro. Luego le pidió que lo acompañara a un concierto.
Así fue pasando el tiempo. Él le ayudó a crecer con la lectura de buenos libros, la asistencia a conciertos y cuantos acontecimientos culturales que se presentaban.
Siempre estaban juntos. Ella esperaba de él un gesto, una declaración de su amor hacia ella. Pero era tan tímido, eran tan tímidos los dos.
Como deseaba sentirse estrechada entre sus brazos, recibir una caricia de él.
Pero sus caracteres no los ayudaban

Lo vio partir con mucha pena en sus ojos. Sus lágrimas se deslizaron por sus mejillas y él no lo supo. Nunca sabría que ella lloraba por él, por su timidez, por su cortedad de ánimo.

Lo que Maria Luján nunca sabría es que lloraba por ella también, por su incapacidad de llamarlo y decirle… “¡vuelve amor, vuelve, que te amo y te necesito!”